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Ficha Técnica del Libro - Índice - Autor: Prudencio García
A la Comisión de Esclarecimiento Histórico de la ONU sobre Guatemala, a la que nos honramos en pertenecer como consultor internacional durante cuatro meses inolvidables, y en la que tuvimos conocimiento y plena evidencia de los más atroces hechos violatorios de derechos humanos jamás conocidos en Guatemala y en América Latina en su totalidad. A la División de Derechos Humanos de ONUSAL (Misión de la ONU en El Salvador), en la que también tuvimos el honor de trabajar durante veinte meses como responsable del área militar de dicha División, en la que obtuvimos impagables conocimientos sobre los comportamientos militares en Centroamérica. Nuestro reconocimiento, igualmente, al Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) de Ginebra, por contar en su día con nuestra doble aportación como asesor y como profesor para sus cursos dirigidos a militares centroamericanos, encomendándonos en ellos la materia "Los Derechos Humanos en la Moral Militar actual", tan similar al tema central de la presente obra. Experiencia siempre enriquecedora, por realizarse, una vez más, en directo contacto con los protagonistas del fenómeno que se trata de estudiar y corregir. A la ODHAG (Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala), por su admirable, valeroso e incontestable informe REMHI (Proyecto para la Recuperación de la Memoria Histórica), impulsado y dirigido por el obispo monseñor Juan Gerardi, asesinado dos días después de presentar el informe en cuestión. Gratitud obligada a quien, al frente de sus equipos de investigadores, fue capaz de conseguir el milagro de que miles de testigos y supervivientes de las masacres perpetradas contra la población civil guatemalteca, que durante tantos años permanecieron enmudecidos y paralizados por el terror, asumieran el riesgo de hablar de lo que vieron y sufrieron bajo aquella implacable represión. Quede, pues, en estas páginas obligada constancia de nuestro agradecimiento hacia una personalidad que, al margen de su jerarquía eclesiástica, y aunque sólo fuera en su calidad de investigador e indomable defensor de los derechos humanos (lo que le valió en su día persecución y exilio, y finalmente la muerte), se hizo acreedor de nuestro respeto y reconocimiento, y a quien, por encima de las bajezas y calumnias que le han perseguido incluso después de su desaparición, rendimos el homenaje de afecto y admiración que en justicia le corresponde, como uno de los más heroicos defensores de la verdad y de los derechos humanos que América Latina ha aportado a la humanidad. Homenaje que unimos al merecido por la figura de monseñor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de El Salvador, igualmente asesinado en 1980 por su defensa de la misma causa: la de los más débiles y oprimidos por las injustas estructuras sociales de América Central. En el campo académico, nuestro agradecimiento a aquéllos que, además de favorecernos con su amistad personal, nos enriquecieron con sus conocimientos a través de sus escritos, sus desarrollos teóricos y su propia investigación. Entre ellos, los profesores Charles Moskos (Northwestern University de Chicago), Juan J. Linz (Yale Univ.), Richard Millet (Southern Illinois Univ.), Stephen Cimbala (Pennsylvania State Univ.), Jorge Tapia Valdés (Universidad de Chile), Ernesto López Meyer (Universidad Nacional de Quilmes-Buenos Aires), José Enrique Miguens (Universidad de Buenos Aires) y Edelberto Torres Rivas (Universidad de Costa Rica). A otros investigadores a quienes nunca conocimos personalmente, como Sidney Axinn (Philadelphia Univ.), Herbert Kelman (Harvard Univ.) y Lee Hamilton (Maryland Univ.), por haber profundizado en sus obras, con admirable honestidad, en el arduo terreno de la obediencia debida e indebida, dentro de los ámbitos más complejos de la moral militar y policial. Y, terminando por nuestro ámbito profesional, nuestra especial gratitud a aquellos militares españoles de la generación que nos precedió –pocos y concretos- que no sólo fueron nuestros jefes sino, mucho más aún, nuestros maestros en materia de moral militar democrática: Juan Cano Hevia, Miguel Iñiguez, y los recientemente desaparecidos José Gabeiras y Luis Pinilla. Así como, en lugar destacado, aquél que cargó sobre sus hombros las más pesadas, difíciles y muchas veces amargas responsabilidades militares en nuestra transición: el ya fallecido pero inolvidable capitán general Manuel Gutiérrez Mellado. Ejemplar jefe y maestro intachable, con el que la democracia española tiene contraída una inmensa deuda de gratitud, que las generaciones más jóvenes difícilmente pueden hoy conocer y valorar. Inevitablemente, siempre son pocas las personas a las que, dentro del propio ámbito estamental, podemos reconocer esa categoría de maestros, mucho más alta que la de jefes. Nuestro afecto y gratitud a aquéllos a quienes debemos buena parte de lo que somos. Ficha Técnica del Libro - Índice - Autor: Prudencio García Páginas relacionadas: Crímenes de Genocidio y Contra la Humanidad Procesos judiciales y Comisiones de la Verdad por graves violaciones de derechos humanos Tabla normativa básica de concordancias entre normas en relación a violaciones de derechos humanos
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